Padres, hijos... Espíritu Santo

Lo sucedido en Pozuelo ha sido portada en todos los medios. No es para menos. He escuchado declaraciones de padres de algunos de los menores diciendo que sus hijos eran sólo cabezas de turco. ¡¡Y una leche!! Sus hijos, esos niñatos, son unos gamberros y unos delincuentes, y deberían pagar -no sólo económicamente, que también- por lo que han hecho. 

El alcalde tampoco ha estado demasiado acertado, no es excusa que los energúmenos esos de los que habla sean de fuera del pueblo o del mismo, eso da exactamente igual. Ya basta de echar balones fuera, que cada cual asuma su culpa. Diez policías han resultado heridos y podemos estar contentos de que todo haya acabado en eso.

Por mi trabajo estoy acostumbrado a oír a muchos padres desesperados porque no saben que hacer con sus hijos, saben que beben hasta perder la conciencia, pero ¿qué pueden hacer ellos para que eso no suceda?, saben que se ponen hasta arriba de porros, pero ¿cómo pueden ellos evitarlo?, saben que van de botellón fin de semana sí y fin de semana también, pero se preguntan si está en su mano evitarlo, saben que se gastan una pasta el fin de semana, pero es lo normal, ¿no? Si algunos padres conocieran sólo la mitad de lo que yo conozco a sus hijos posiblemente se echarían a temblar, pero claro es mucho más cómodo cerrar los ojos y mirar para otro lado. Esas cosas, esos problemas, son sólo cosas de los demás.

Pues no, los padres deberían controlar estas situaciones, ya está bien de delegar en los demás la educación de sus hijos, que si el colegio, que si los profesores, que si la sociedad. No, esta es labor de los padres. Si unos padres no son capaces de decir no a su hijo es que algo falla, no vale con echar la culpa a los demás. Más  vale mirar la viga en el ojo propio que la paja en el ajeno.

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